Editorial #109 - Biodiversidad, sustento y culturas

No hay símbolo más florecido y refulgente de la vida que viene, del pasado remoto que nos acompaña siempre, que las semillas: germen del futuro, legado común que los pueblos brindan vez tras vez, en su amorosa y profunda relación con la Naturaleza.

Foto de Viviana Sánchez Prada.

La foto muestra a doña Otilia Fernández Bolaños, quien como muchas otras guardianas y guardianes de semillas, están empeñadas en defender y cuidar, porque es urgente. Esto ocurre en Colombia.

Pero podría ser cualquier lugar de América Latina, en valles, selvas, semidesiertos, llanuras, cañadas, serranías, montañas —y en cada enclave con sus microclimas y humedales, con sus bosques de niebla o sus pozos profundos.

En esos entornos bulle la energía vital de los colectivos campesinos, de las comunidades y pueblos, como puede también ocurrir en los barrios de las ciudades. Como es sabido, las mismas ciudades alojaron en sus vericuetos y sus parajes ocultos las chacras, las milpas, tras de los muros y bardas, y en los jardines y patios traseros donde siempre se ha sabido que cultivar nuestra comida es lo indispensable para comenzar a pensar en cómo ser libres. Cómo encarnar ese sueño tan permanente en la historia de la humanidad.

Las semillas, y la libertad de guardarlas y compartirlas, son también el símbolo de la relación más importante de la humanidad: la relación con el suelo, con la tierra, con la Naturaleza, y claro, con las demás personas. Es en realidad algo muy preocupante y no deja de extrañar que las leyes restrictivas relacionadas con las semillas insistan en perseguir sobre todo que la gente las guarde y las comparta.

Por eso combatir y resistir esas leyes injustas es también un primer paso hacia esa anhelada soberanía alimentaria, que puede ser posible desde tantos rincones, siempre y cuando nos decidamos a prestarle atención a nuestros vínculos de respeto y cariño, a nuestra urgencia de justicia y equidad. Ahora América Latina, y sin duda el mundo entero, bulle de proyectos agroecológicos, muchos de ellos de raíz campesina, donde la gente cuida su bosque, su monte, las relaciones que hacen posible la presencia y el flujo del agua, del suelo profundo y fértil, pero sobre todo la idea de que cultivando nuestra relación con las demás personas, tejiendo lazos comunitarios, proyectos creativos que nos permitan resolver lo que más nos importa, habremos de arribar a la soberanía que nos brinda resolver nuestra propia alimentación, nuestra salud, nuestra educación, nuestros modos de respeto y equilibrio. Los cuidados más profundos de la vida que viene.

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Fuente: Revista Biodiversidad, sustento y culturas #109

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Semillas

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