La información es poder: cómo entender las complejidades de la violencia contra las vendedoras ambulantes

Cada año, del 25 de noviembre al 10 de diciembre, se llevan a cabo los 16 días de acción contra la violencia de género. En esta ocasión, queremos resaltar la vulnerabilidad económica, física y psicológica que sufren las vendedoras ambulantes y las que venden en las ferias o mercados, mientras nos unimos a las acciones globales para acabar con la violencia contra las mujeres.

Las mujeres constituyen la  mayoría de las personas que venden en las calles y mercados ambulantes del mundo. Día a día, podemos verlas en las ferias y en las calles, ganándose la vida para mantener a sus familias y contribuyendo de manera importante a la economía local. De acuerdo a  los datos del “Barómetro de Vendedores Ambulantes”  [1], una investigación participativa conducida por StreetNet International junto al Global Labor Institute, 64,2 por ciento de las vendedoras ambulantes en Zimbabwe sufren abuso físico de parte de sus clientes, y muchas informan sufrir niveles de maltrato y amedrentamiento que ponen en peligro su seguridad y dignidad. Algunas de las mujeres son sobrevivientes de abuso doméstico que recurrieron a la venta ambulante como una fuente de sobrevivencia más que como una real elección. La precariedad económica específica de su género exacerba su vulnerabilidad, ya que sólo el 7,8 por ciento de las mujeres goza de alguna protección a la maternidad y la mayoría trabaja largas jornadas en condiciones inseguras y de explotación. En general, las personas que venden en las calles en Zimbabwe no tienen acceso a infraestructura básica. Para una de cada cinco, el suelo es su lugar de trabajo y carecen de algún tipo de techo que les proteja. Los extremos climáticos han sido desastrosos para los ingresos de quienes venden en las calles, especialmente si venden productos frescos, frutas, hortalizas o pescado.

Al mismo tiempo, la investigación encontró que el 56,9 por ciento de las vendedoras y de los vendedores ambulantes en Argentina no tienen acceso a baño en sus lugares de trabajo, un problema que afecta proporcionalmente más a mujeres que a hombres. De las personas que tienen acceso a servicios sanitarios, sólo el 32,9 por ciento tiene acceso a baños separados por género; los baños separados son de gran importancia para la seguridad y comodidad de las vendedoras ambulantes y su inexistencia es una amenaza a su salud y una fuente de incomodidad durante la menstruación. La investigación también indicó que el 40,9 por ciento de las vendedoras ambulantes sufren violencia y acoso, a menudo de parte de la policía y otros vendedores ambulantes. Los resultados de la investigación demuestran que la falta de instalaciones sanitarias, la inseguridad y los extremos del clima intensifican las tensiones tanto económicas como psicológicas, agravando el peligro de daño físico y emocional para las mujeres.

Los datos anteriores muestran una dura realidad, pero también pueden ayudar a cambiarla. La investigación participativa desarrollada por el Barómetro de Vendedores Ambulantes busca visibilizar y empoderar a las vendedoras ambulantes y de mercados que sufren de violencia de género. La investigación participativa transforma a las mujeres vendedoras de sujetos de investigación a participantes en igualdad de condiciones, generando así datos reales que resaltan los componentes de género de la exclusión económica. Es una herramienta de organización que fortalece la solidaridad y muestra experiencias comunes en diversos países.

El Barómetro de Vendedores Ambulantes ha confirmado dos problemas importantes que enfrentan las y los vendedores ambulantes y feriantes, y especialmente las mujeres vendedoras: el primero es  la lucha contra el acoso y las expulsiones y el segundo es la lucha por obtener  protecciones sociales, como el acceso a servicios de salud y la seguridad de los ingresos económicos. También ha dado mayor visibilidad a las demandas de las vendedoras por el derecho a formalizar su trabajo y a vivir libres de violencia. En este número también damos a conocer un caso en que mujeres de las comunidades pescadoras en Uganda convierten la información recolectada en evidencia innegable que apoya la participación de las mujeres en la discusión de políticas públicas y en la construcción de lazos de solidaridad para luchar por sistemas alimentarios justos.

EN LAS REGIONES
Mujeres a la orilla del agua: las luchas por el acceso al mercado y al derecho
a la alimentación en las comunidades pescadoras de Uganda

En el agua, los hombres pescan

En la orilla, las mujeres ahuman y secan

De madrugada, se levantan, limpian, empacan, transportan y venden

A media mañana, se enfrentan a las reglas, a los cobros y al ejército

Por la tarde, muchos y muchas vuelven a casa con las manos vacías

Los lagos de Uganda - el Victoria, el Albert, el Kyoga y el Edward – son el sustento de comunidades enteras. La pesca entrega alimento, ingresos e identidad para miles de familias. Sin embargo, a pesar de ser parte central del procesamiento y mercadeo de pescado, las mujeres de las comunidades de orilla de lago continúan enfrentando grandes barreras que limitan su acceso a los mercados y socavan su derecho a la alimentación.

En los últimos años, el poder en el sector de la pesca en Uganda ha cambiado dramáticamente, de estar en manos de personas locales que producen y comercian a pequeña escala, a quedar en manos de agentes del sistema alimentario empresarial que son respaldados por estructuras militarizadas. Lo que una vez fue un sistema descentralizado de intercambio comunitario ahora es cada vez más controlado verticalmente desde arriba. Las mujeres, que anteriormente se movían libremente entre los sitios de atraque y los mercados, ahora se encuentran sujetas a diversas regulaciones, seguimiento y exclusión.

Las mujeres típicamente carecen de los recursos financieros necesarios para cumplir con los nuevos requisitos regulatorios, como la adquisición de licencias y permisos, documentación para el transporte, el pago repetido de tasas en los sitios de atraque o el cumplir con los nuevos requisitos para manipular y empacar pescado. En varios sitios de atraque donde FIAN Uganda hace seguimiento de la situación del derecho a la alimentación, las mujeres indican que estas regulaciones favorecen cada vez más a operadores más grandes y dominados por hombres, que pueden pagar el equipo exigido y el registro formal. En 2017, el ejército tomó el control de los lugares de pesca y desplegó una  campaña del terror en la región. Los métodos tradicionales de procesamiento, especialmente el ahumado del pescado, desde entonces han sido descontinuados en muchas comunidades, aún cuando el ahumado es esencial para alargar el período de comercialización y permitir a las mujeres llegar con él a mercados lejanos. Sin acceso a tales métodos y sin la capacidad de cumplir con los requisitos de almacenamiento y transporte debido a su alto costo, muchas mujeres se ven obligadas a utilizar canales más precarios e informales donde se enfrentan a peores peligros.

Una de las amenazas más comunes para las mujeres que venden pescado es el acoso, tanto en los sitios de atraque como a lo largo de las rutas de transporte. Mientras se trasladan a los mercados, las mujeres a menudo sufren arrestos arbitrarios, extorsión o confiscación de su pescado por parte de la policía. Varias mujeres describen cómo se despiertan al alba sólo para que las detengan en el camino, donde se les acusa de transportar pescado bajo el tamaño mínimo o donde se les obliga a pagar sobornos para continuar su camino.

Estos obstáculos contribuyen a la invisibilización profunda de las mujeres en las comunidades pescadoras. A pesar de jugar un papel esencial en la alimentación de las familias y en el abastecimiento de los mercados locales con alimentos baratos y nutritivos, rara vez se reconoce su contribución al momento de discutir las políticas públicas o en las estructuras de gobierno relacionadas con la alimentación local. Esta invisibilidad hace que su exclusión sea aún más profunda y debilita los sistemas comunitarios de alimentación que dependen de su trabajo.

Para resistir esta invisibilización, las mujeres de varias comunidades están trabajando con FIAN Uganda para documentar sus experiencias mediante un monitoreo participativo. Esto permite a las mujeres registrar los casos de acoso, pérdida de ingresos o exclusión de los mercados en el momento en que ocurren – convirtiendo así sus experiencias en información. La recolección local de información sobre la violación de derechos no es meramente un ejercicio informativo; es un acto político, de afirmación del derecho de las mujeres a ser vistas, escuchadas y consideradas en las decisiones sobre políticas públicas que influyen en sus vidas.

Las mujeres han formado cooperativas informales para fortalecer su poder de negociación. Estos grupos juntan sus recursos para comprar pescado de manera colectiva, comparten información acerca de las rutas de transporte seguras, y se ayudan mutuamente cuando alguna de sus miembros sufre acoso o confiscaciones.

Igualmente, están construyendo poder colectivo en las diversas comunidades pescadoras para defender sus derechos. En el sitio de atraque de Bundi, en el lago Victoria, luego de capacitaciones intensivas sobre derechos humanos, las mujeres de la localidad iniciaron un movimiento de base para denunciar las violaciones y exigir acceso justo a los mercados. En otras comunidades, las mujeres están utilizando el teatro para hacer conciencia sobre el acoso, los abusos en la aplicación de las leyes y el impacto de las políticas restrictivas en sus vidas, y han conformado grupos de ahorro locales para ayudar a maniobrar frente a las presiones financieras impredecibles y para fortalecer su capacidad de negociación.

Estas mujeres han documentado casos de violación de derechos y han involucrado a líderes locales a través de diálogos comunitarios. El hecho que se hayan organizado ha dado resultados concretos: las representantes de las mujeres han logrado reunirse varias veces con miembros del parlamento para presentar sus críticas ante la brutalidad del ejército en la implementación de regulaciones en el sector de la pesca. También participaron en diálogos a nivel nacional que reunieron a ministros y a otros actores cuando, en septiembre de 2024, el gobierno prohibió el método de pesca mukene, en el que el pez plateado es capturado utilizando luz. Estas iniciativas muestran cómo las mujeres no sólo están resistiendo prácticas dañinas, sino también dando forma a políticas públicas que afectan a sus comunidades.

Las luchas de las mujeres de Uganda en las comunidades pescadoras son un reflejo de cuestiones más amplias que están en el centro de la soberanía alimentaria. ¿Quién controla los sistemas alimentarios? ¿Quién se beneficia de los recursos naturales? ¿Y cuál es el conocimiento y el trabajo que valoramos?

La desigualdad de género, la exclusión de los mercados y el acceso cada vez menor a los recursos naturales son realidades interconectadas que dan forma a la vida diaria de estas mujeres y tienen impactos profundos en el derecho a la alimentación de ellas mismas y de sus comunidades.

Por FIAN Uganda.

Los espacios urbanos de Hong Kong abren sus puertas a las hortalizas locales

En noviembre de 2025, el gerente del Centro Comercial HKTV anunció que invertirían 320 mil dólares de Estados Unidos para expandir su plataforma de ventas en línea en Hong Kong y para unirse con los gigantes chinos del comercio electrónico, Alibaba, PDD y JD, con el fin de “erradicar la economía física de la ciudad”. La empresa fue establecida hace cinco años durante el peor momento del COVID, y ha crecido hasta convertirse en el mayor supermercado en línea de Hong Kong, con más de un millón y medio de clientes.

Afortunadamente, las y los campesinos y consumidores de Hong Kong han seguido un camino muy diferente al de los gigantes del comercio electrónico para responder a los cambios en el abastecimiento de alimentos frescos que ocurrieron durante la pandemia del COVID-19. Están organizando un sistema de abastecimiento local de hortalizas que calladamente está cambiando el tejido urbano de Hong Kong, mediante un mosaico de pequeñas alianzas comunitarias.

Por ejemplo, hay pequeñas tiendas de alimentos que han comenzado a ofrecer una selección más diversa de alimentos locales. También hay un número creciente de cafés y restaurantes que ofrecen menús estacionales u organizan eventos con ingredientes de origen local. Algunas tiendas de alimentos y productos agrícolas, como Organic Greenfield (Tin Yeah) y Forest Living HK, promueven productos frescos mediante actividades educativas sobre la agricultura y la alimentación que involucran a comunidades locales en la preparación de alimentos, lectura y otras actividades compartidas.

Algunos locales culturales, como la librería independiente Book Punch conecta a las y los lectores con productores a través de eventos temáticos, y regala hortalizas frescas a las personas amantes de los libros. Unidades más institucionalizadas como la Escuela para el Diario Vivir, Viva Blue House y Tai Kwun invita a las agricultoras y agricultores a sus mercados en días festivos. Centros comerciales como Airside, The Mills y Lee Garden también han abierto áreas con gran afluencia de público para establecer ferias campesinas.

Quienes organizan eventos y mercados transitorios de fin de semana a menudo reclutan a quienes participan a través de redes personales o convocatorias por las redes sociales. Sin embargo, las iniciativas de largo plazo necesitan ser coordinadas por personas con experiencia y con una comprensión más profunda de la agronomía y las prácticas de comercio justo, para negociar entre quienes producen y quienes administran los sitios de venta. La campaña “de la finca a la mesa” denominada el Mercado de Agricultores y Agricultoras Urbanas Lee Gardens, conducido por la Fundación para el Desarrollo Sustentable Ecológico Ético, ha sido un muy buen ejemplo de cómo considerar los factores estacionales y la realidad de las y los agricultores.

Llama la atención que la presencia de hortalizas locales en los espacios urbanos de Hong Kong es un movimiento coordinado de actores provenientes de distintos sectores. Recientemente, nuevas tiendas locales se han unido a campañas de compras colectivas ofreciendo lugares de recogida, lo que ayuda a reducir insumos y costos de logística. Estas tiendas a menudo compran hortalizas adicionales para vender al público que visita sus locales en toda la ciudad.

En el centro de este movimiento están las pequeñas empresas y las redes comunitarias que brindan espacios modestos pero importantes para los productos locales. Las tiendas pequeñas, que ofrecen condiciones más flexibles y justas en comparación a las plataformas digitales hegemónicas, crean nuevos espacios para que el campesinado local prospere. En muchos casos, se crean relaciones estrechas y de largo plazo con la clientela local, lo que fomenta relaciones de confianza y lealtad. Estas relaciones promueven los sistemas de compras previas y la venta de canastas de hortalizas, y le asegura a productores y productoras mercados predecibles e ingresos confiables. Las intersecciones entre productos frescos, valores culturales y perspectivas urbanas contemporáneas – como el autocuidado, los estilos de vida “verdes” y el interés por la estética artesanal – van indicando que hay un interés creciente entre quienes viven en la ciudad por reconectarse con los oficios, el ambiente y la comunidad.

Frente al imperialismo del comercio digital, la gente en Hong Kong está logrando crear un sistema de abastecimiento autosuficiente mediante circuitos cerrados, al mismo tiempo que construyen un movimiento por la soberanía alimentaria junto a las campesinas y los campesinos y que busca la conexión de la comunidad con los alimentos, la agricultura y la tierra.

Por Elize Yan Zeng (Investigadora independiente, activista rural y agrícola)

En las noticias

Gracias a los mercados transitorios, la gente de Jartum, la capital de Sudán, recupera las esperanzas de reconstruir sus vidas desde los escombros

Thekr & Agencies, The Kampala Report

La población de Jartum, la capital de Sudán, está decidida a reconstruir sus vidas contra viento y marea. A pesar de la destrucción debida a la guerra, la gente está instalando mercados callejeros transitorios a los que se les llama “mercados de la esperanza” y que se les utiliza para comercializar frutas, hortalizas y condimentos. En estos mercados, mujeres, hombres, niñas y niños tienen un papel que jugar. Los mercados le han dado un nuevo comienzo, esperanza y propósito a las y los comerciantes.

El cultivo de peces para abastecer los supermercados en Holanda socava la seguridad alimentaria en África Occidental

Hans Wetzels y Remy Kaller, Centro Pulitzer

Desde tiempos inmemoriales, la pesca diaria que realizan las comunidades pescadoras de Dakar ha sido vendida directamente a mujeres comerciantes en la misa playa. Las mujeres luego ahuman el pescado y lo venden en los mercados locales. Sin embargo, actualmente se han apoderado del mercado poderosas fábricas de harina de pescado que producen principalmente alimento para las grandes empresas de acuicultura . Las sardinas, que alguna vez fueron alimento para la gente, hoy alimentan róbalos cultivados que acaban en los supermercados holandeses con un sello de “cultivo sustentable”.

El lado oscuro de las tiendas “de conveniencia” en Japón

Harry Dempsey y David Keohane, Financial Times

Las tiendas que abren 24 horas al día, 7 horas a la semana, o “tiendas de conveniencia”, son la envidia de los turistas y un puntal de la vida en Japón. Extremadamente eficientes e impecablemente limpias, venden bolas de arroz deliciosas, pollo frito y emparedados. Pero el lado oscuro del modelo de negocios mediante franquicias que las sustenta está quedando más y más en evidencia producto de tensiones provocadas por la escasez de fuerza de trabajo a medida que Japón envejece.

Más allá de las ganancias: un movimiento que se alimenta, financia y mantiene a sí mismo sin las corporaciones

Right Livelihood

En un país donde las repisas de los supermercados se encuentran a menudo vacías y la inflación galopante se devora los salarios, Cecosesola se ha convertido en un salvavidas cívico, en la forma de solidaridad organizada que mantiene la circulación de alimentos, cuidados de la salud y dignidad cuando la economía formal de Venezuela se desmorona. El sistema, que actualmente mueve cerca de 700 toneladas de alimentos a la semana y llega a más de 100 mil familias, mantiene los precios por bajo el promedio de los supermercados, incluso en medio de la desatada inflación venezolana.

Carrefour se va de Kuwait y Bahrain, luego de campaña de boicot

The New Arab

Carrefour, el gigante francés de los supermercados, cerró todas sus tiendas en Kuwait y Bahrain en septiembre. La campaña global BDS, que busca boicotear, desinvertir y sancionar, ha denunciado hace tiempo la complicidad de Carrefour con las empresas israelíes Electra Consumer Products y su subsidiaria Yenot Bitan, que tienen vínculos con la economía de los asentamientos ilegales en Cisjordania. La salida de Carrefour es un ejemplo de los riesgos económicos y reputacionales que enfrentan las marcas transnacionales en la región mientras continúe la guerra.

El Boletín del Observatorio de Supermercados es un boletín trimestral distribuido mediante correo electrónico. Busca informar a los movimientos sociales sobre lo que ocurre en la distribución y comercialización de alimentos en el mundo entero. Es producido conjuntamente por FIAN, GRAIN y StreetNet International, Haga click aquí para suscribirse

Nota:

[1] El Barómetro de Vendedores Ambulantes es un proyecto de investigación participativa que llevan a cabo el Global Labor Institute (GLI) y dos afiliados de StreetNet, UTEP en Argentina y ZCIEA en Zimbabwe.

Fuente: GRAIN

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Comercio justo / Economía solidaria, Feminismo y luchas de las Mujeres

Comentarios