Las dos puertas de entrada a la ética

Idioma Español

Frente a la crisis planetaria, la ética del cuidado (femenina) y la justicia (masculina) necesitan complementarse, superando la tradición patriarcal e integrando afecto, equidad y ecología para enfrentar los desafíos sociales y ambientales. 

Imagen: Wina Hafidh
1.

Existen actualmente varios modelos éticos que buscan abordar los problemas que plantea la complejidad de la vida contemporánea en el proceso de unificación planetaria, a pesar del desmantelamiento del proceso de globalización económica perpetrado por Donald Trump, en aras de un mundo unipolar, liderado por EE.UU.

Algunos modelos provienen del pasado, de la tradición aristotélico-tomista, asumida como referencia teórica por una institución tan importante como la Iglesia católica, fundada fundamentalmente en torno al tema de la justicia, la subsidiariedad y la equidad. Otras se desarrollaron dentro de la modernidad, como la ética kantiana del deber. O de la tradición revolucionaria de carácter marxista-socialista, enfatizando la igualdad y la solidaridad.

Otros son desarrollos recientes, como el ecosocialismo democrático, propio de sociedades complejas, en vista de prácticas sociales, técnico-científicas y ecológicas, resaltando el tema de la responsabilidad personal y colectiva, el respeto al principio de precaución, el reconocimiento de los derechos de la naturaleza y de la Tierra.

Todos estos sistemas están de alguna manera presentes en nuestro espacio cultural, corroboran la creación de una precomprensión ética y constituyen un fondo de reserva histórico para ulteriores discusiones y elaboraciones éticas.

Teniendo en cuenta toda esta diligencia histórica en materia de ética, existe todavía una corriente que marca el discurso ético de punta a punta y de la que hemos sido conscientes gracias al movimiento feminista mundial. Las feministas nos dicen que hay dos puertas de entrada al discurso ético: la del hombre bajo la figura del padre y la de la mujer bajo la figura de la madre.

Está claro que desde el Neolítico todavía vivimos bajo la era del padre y del patriarca. La ética predominante fue formulada en el lenguaje del hombre que ocupa el espacio público y detenta el poder. Se expresa a través de principios, imperativos, normas, órdenes y principalmente a través del Estado de derecho con sus instituciones y culmina en el tema de la justicia. Utilice como herramienta de construcción el Logos, la razón en sus diversas formas.

2.

La puerta de la mujer estaba o bien en gran parte silenciada o ni siquiera estaba completamente abierta. Se expresa a través del afecto, la receptividad, las relaciones, la estética y la espiritualidad y culmina en el tema del cuidado. El instrumento de construcción es el patetismo o Eros es decir, la razón sensitiva o cordial.

De hecho, hay una experiencia de vida propia de las mujeres y otra propia de los hombres. Aunque el hombre y la mujer son recíprocos, no son reducibles el uno al otro, pues presentan singularidades que aparecen en todos los ámbitos, incluso en los discursos éticos.

Hoy es tiempo de tener una experiencia ética más integradora que vaya más allá de la particularización de la ética de los hombres y que valore los aportes que provienen de la ética de las mujeres. Hombre y mujer juntos (animus/anima) permitir una experiencia humana más rica y completa.

Por eso, junto con la voz de la justicia, es importante escuchar la voz del cuidado. Algunos filósofos norteamericanos han trabajado en profundidad esta cuestión: Carol Gilligan (1982), Nel Noddings (2000), Annete C. Baier (1995) y M. Mayeroff (1971). Entre nosotros, en Brasil, se destaca toda la obra de Vera Regina Waldow (1993,1998,2006, XNUMX, XNUMX). Nosotros mismos en saber cuidar (1994) señalamos las dimensiones de lo masculino (trabajo) y de lo femenino (cuidado) como fundadoras de formas de existir y vivir éticamente.

Es importante, sin embargo, aclarar desde el principio que las cuestiones de justicia y cuidado no son responsabilidad exclusiva de hombres o mujeres. El hombre y la mujer son sólo puertas de entrada. Ambos conforman el ser humano, masculino y femenino,. Por esto, lo masculino no puede identificarse con el hombre y reducirse a él solo. Lo mismo ocurre con lo femenino, con la mujer. Ambos son portadores de la dimensión de ánimo y la dimensión de la alma en otras palabras, de lo femenino y de lo masculino simultáneamente, pero cada uno de manera diferente y singular (Boff-Muraro 2002).

Por lo tanto, el cuidado (femenino) afecta al hombre así como la justicia (masculina) afecta a la mujer. Ambos ejercen la justicia y el cuidado, a su manera, si bien la justicia gana más visibilidad en el hombre, por tanto su principal desarrollador, y el cuidado adquiere más densidad en la mujer, por tanto su principal portadora (Gilligan, 1982,2).

Debido a esta inclusión, las filósofas feministas mencionadas insisten en decir que el tema del cuidado y respectivamente de la justicia no son temas de género sino cuestiones de la totalidad de lo humano (Noddings 1984).

Hoy, ante el clamor generalizado por la ecología, la justicia y el cuidado, hombres y mujeres debemos, como nunca antes en la historia, unirnos y caminar juntos, contribuyendo cada uno a las amenazas que pesan sobre la vida en el planeta Tierra. Necesitamos justicia social frente a la inmensa cantidad de pobres e indigentes y justicia ecológica frente a la agresión sistemática que nuestro modo de producción industrialista/consumista practica contra la naturaleza y los ecosistemas.

Al mismo tiempo, debemos cuidar de los millones de personas que sufren y son expulsadas a la periferia en términos de relaciones respetuosas, salud e inclusión social. También es urgente cuidar la Tierra herida y preservar los bienes y servicios naturales que garantizan nuestra supervivencia en este planeta.

Depende de nuestra generación y de las futuras generaciones tomar conciencia de la importancia de la cooperación entre hombres (animus) y mujeres (anima) para que juntos no seamos los últimos en salvar la vida en el planeta Tierra. La justicia y el cuidado pueden garantizar que todavía tengamos un futuro.

Leonardo Boff es ecologista, filósofo y escritor. Autor, entre otros libros, de Cuidar nuestra casa común: pistas para retrasar el fin del mundo (Vozes). El https://amzn.to/3zR83dw]

Fuente: A Terra é Redonda

Temas: Feminismo y luchas de las Mujeres, Nuevos paradigmas

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