La milpa y el huerto han jugado un papel importante en la conservación de la agrobiodiversidad, no sólo como hábitat de diversas especies, sino también como garantes de un patrimonio cultural culinario. Son los sistemas más antiguos en Mesoamérica, que hasta hoy, enriquecen la base alimentaria del maíz al agregar a las dietas las proteínas de origen animal, frutas, verduras y tubérculos, que se congregan en la cocina campesina, espacio donde se transforma lo cultivado en alimentos para mantener una nutrición saludable y equilibrada.