"Al desatarse la ola represiva las poblaciones huyeron, vivieron en el monte por meses (algunas por años), hasta que llegaron a estos bosques donde aún plantan de manera diversificada, mantienen sus estructuras comunitarias, promueven una educación propia y revitalizan sus cultivos y sus semillas ancestrales guardadas incluso en los largos días del exilio en la montaña. Hoy, pese al hostigamiento de los caciques y las corporaciones, pese a los paramilitares y los agroquímicos que los fumigan todos los días en alguna zona u otra, siguen reivindicando su asamblea y el breve espacio para defenderse de las plantaciones que intentan estrangularlos."