"Un mundo donde la disposición y la medida, la norma por sí misma, imperen. Que la vida y su ductibilidad no fluyan porque estorban la pureza de la norma. Y que la persecución esté a la orden de quien dé las órdenes. Podrán cambiar los nombres pero que alguien le disponga a otros lo que hay que hacer, lo que no se puede hacer, y se invoquen racionalidades ajenas a la situación cuando se atreven a proferir en voz alta las verdaderas razones, es un desatino que tarde o temprano se saldrá de control, sobre todo porque activa a los perros del diablo, a esa Derecha mundial que va haciendo filas, a quienes en la traición anidan para acabar con los breves espacios que ha costado tanto trabajo conquistar en siglos de resistencia, movilización, rebeliones y revolución".