Según documenta un estudio reciente, las comunidades zapatistas del norte de la selva Lacandona, desde su resistencia, se oponen a los proyectos ecoturísticos en la región, lo mismo que a los monocultivos y las agroindustrias, a los agrotóxicos, la bioprospección (de los biocoyotes), y perciben los programas sociales del gobierno como estrategias para dividir a las comunidades y enajenar sus tierras y medios de subsistencia.