México es el mayor importador mundial de maíz, lugar que ocupó por primera vez en 2017. Es un dato preocupante por la dependencia que sugiere, y suena absurdo por ser México el centro de origen del grano y uno de los países donde su consumo para alimentación de la población es de los más altos del planeta. Pero si miramos la realidad detrás del dato, hallamos que a quien alimenta ese maíz importado no son personas, sino ganancias de trasnacionales de la industria agrícola y pecuaria, que todo el tiempo pujan por aumentar sus lucros, a despecho de los graves impactos que causan a la salud, el ambiente, la economía nacional y las economías campesinas y populares.